El trazo indomable de Marie Khoury y la memoria en "Sueño, Infancia Pesada"
Marie Khoury en la gira continental que une el color
Existe una alquimia rara y esencial que transforma el dolor más profundo en una declaración estética. En el panorama del arte contemporáneo, pocos testimonios hacen eco con la fuerza sísmica y la delicadeza poética de la maestra libanesa Marie Hanna El Khoury , cuya trayectoria vital se ha transfigurado en el motor de una pintura que no solo se mira, sino que se siente.
Su obra "-Sueño, Infancia Pesada-" se materializa
en una composicon figurativa como eje narrativo de la próxima exposición
colectiva internacional, “SEMILLAS DE ARMONÍA 2025 – El color que nos une”,
reafirmando el papel del arte como puente inquebrantable entre la tragedia
personal y la universalidad de la esperanza.
Marie Khoury es una artista visual con una profunda capacidad
de resilencia humana. Su historia, conmovedora e inspiradora, es un ejemplo
para las personas de todo el mundo. En 1983, la Guerra Civil Libanesa truncó
dramáticamente su vida. Mientras defendía su fe, su dignidad y su patria, fue
herida por un disparo que la impactó en el cuello, causándole cuadriplejia. De
un instante a otro, se enfrentó a la abrupta quietud de un cuerpo que ya no
respondía, un punto de quiebre donde, como ella misma confiesa, "Sentí que
mi vida había terminado y caí en la desesperación y la frustración".
Pero el arte, guiado por la fuerza de la fe y la oración, se
convirtió en su tabla de salvación y en el lenguaje de su resurrección. Con una
voluntad inquebrantable, y asistida por un profesor que diseñó un dispositivo
para que su mano pudiera sostener el pincel, inició una odisea creativa. Khoury
no pinta con el brazo, sino con el fulcro de su rostro, creando puntos con
tinta china, punto por punto, hasta que el caos se convierte en cosmos.
Ella define el arte con una belleza prístina: "Cuando
pinto, entro en mi propio mundo: un mundo lleno de pasión, amor y
felicidad." Este acto, que es una liturgia de superación, le ha permitido
participar en numerosas exposiciones locales e internacionales, demostrando que
la limitación física, para el espíritu artístico, no es más que una nueva forma,
más ardua y valiosa, de relacionarse con el lienzo.
Su mayor deseo es que Dios siempre le conceda la capacidad
de pintar y le permita dejar una huella distintiva en el mundo del arte durante
su vida; un deseo que, al contemplar su trabajo, se siente ya concedido.
La Carga Poética de
la Inocencia
El análisis de su obra "-Sueño, Infancia Pesada-" (2020) trasciende la mera representación. La pieza es un desgarrador poema visual, una meditación sobre el costo intangible de la supervivencia. La artista nos presenta una composición centrada en un delgado niño, enfundado en una camisa de manga larga color verde y un pantalón gris claro, que se integra cromáticamente con el fondo terroso.
El chico va triste, su expresión es una
máscara de agotamiento y su mirada carece de la chispa inherente a la niñez,
una mirada sin ilusiones que inquieta profundamente al espectador.
Su esfuerzo físico se palpa en el trazo: jala una pesada
realidad, simbolizada en una carreta que transporta un volumen blanquecino y un
bulto amarillo, presumiblemente, alimentos de supervivencia o pertenencias
esenciales. La carreta, un símbolo de movilidad y carga, se convierte aquí en
el ancla que lo retiene al presente áspero.
El escenario que Khoury pinta no es un decorado, sino una
herida abierta. Al fondo, un paisaje desolado evoca el conflicto armado que la
artista conoce tan bien: se aprecian llamas al lado derecho, un eco del horror
que calcina el horizonte, mientras que una mancha azul intenso, casi celestial
o de añoranza, se abre paso en la esquina superior izquierda.
Esta yuxtaposición —el fuego y la esperanza azul— nos
recuerda que, incluso en la desolación, existe la memoria de un cielo intacto.
La fuerza del análisis reside en la capacidad de la artista para convertir el
peso físico que arrastra el niño en el peso existencial de una generación
marcada. Es la "infancia pesada" que ha olvidado el juego para asumir
el rol de proveedor, el sueño atrofiado por la realidad del humo.
El Color que nos Une
en el Continente
La inclusión protagónica de la obra de Marie Khoury en la
muestra “SEMILLAS DE ARMONÍA 2025 – El color que nos une” eleva la exposición a
un diálogo urgente sobre la condición humana y la paz. Como se ha sostenido en
artículos anteriores sobre este ciclo expositivo, "Semillas de
Armonía" busca la analogía entre el arte y la construcción social,
postulando que el color y el trazo son, en sí mismos, actos de unidad y
resistencia. La pintura de Khoury, que nace de un conflicto para denunciar
otro, establece un puente empático y necesario con el público latinoamericano.
La gira continental de “SEMILLAS DE ARMONÍA 2025 – El color
que nos une” llevará este mensaje indomable a diversos puntos de América
Latina, convirtiendo cada sede en un nicho de reflexión y encuentro.
El recorrido inicia en Colombia (Asamblea Departamental del
Huila en el edificio de la Gobernación del Huila, Neiva, 27 de octubre de
2025), país que conoce la cicatriz del conflicto y apreciará la luz que emerge
de las cenizas. Continúa en Perú (Universidad Nacional de Educación -UNE-,
Escuela de Posgrado Cantuta Molina, Lima, 7 de noviembre de 2025), donde el
arte es un vehículo de memoria. Le seguirá México (Museo del Estado de
Michoacán, Morelia, 27 de noviembre de 2025), un país con profundas tradiciones
pictóricas, y hará escala en Brasil (Memorial da América Latina, São Paulo, 5
de diciembre de 2025), un gigante que acoge todas las voces. Finalmente, la
muestra culminará su primer ciclo en Argentina (Casa de la Cultura de Merlo, Av
Calle Real 298, Ciudad de Merlo Provincia de Buenos Aires, 14 de marzo de
2026).
La obra de Marie Hanna El Khoury es un manifiesto de que la fe, el
esfuerzo y el arte pueden reescribir los destinos. Su arte nos obliga a ver no
solo el paisaje quemado, sino también el indomable espíritu del niño que, aun
jalando una carga pesada, sigue avanzando. Su pincelada, forjada en la
adversidad, es una "semilla de armonía" plantada en la tierra fértil
de la conciencia global.